En España se estima que el 75% de la población celiaca está sin diagnosticar, y es que, a menudo se desconocen los síntomas que pueden alertar de que se es genéticamente susceptible al gluten, lo que provoca una reacción inflamatoria en el intestino delgado que impide absorber los nutrientes.

Por lo general, las manifestaciones más comunes son la diarrea, vómitos, dolores abdominales, pérdida de peso o fatiga, y gracias a ellas suele diagnosticarse la patología; sin embargo, no es la única forma de comprobar si se padece.

Nuestra boca puede indicar si se padece celiaquía, pues esta enfermedad incide en la salud bucodental, dañando el esmalte, por ejemplo, a edades tempranas.

Las bocas de los adultos también pueden reflejar esta intolerancia al gluten, ya que «se apreciará una mayor predisposición a las caries y problemas de encías. Las llagas y la lengua inflamada también son otros de los síntomas que se pueden experimentar tanto siendo niño, como en la etapa adulta», advierte y concluye Magalón.

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